Bilbao se enfrentó a una crisis económica de declive industrial. Se vio obligado a afrontar una trasformación de índole económico pero también social. El paso de una economía apoyada en la industria pesada y naval a una economía de servicios, valor añadido, oferta cultural y turismo.En paralelo a esa trasformación se llevó a cabo una trasformación del espacio urbano. Los objetivos eran la construcción de una ciudad más moderna y amable que tuviera atractivo para la localización de la nueva economía que deseaba atraer.
Al mismo tiempo se pretendía una ciudad en la que el espacio público fuese lugar de encuentro de sus ciudadanos, indistintamente de su clase social, fomentando un entramado social heterogéneo que propiciase una sociedad de intercambio de experiencias y conocimientos (lo que en Boston denominan el ‘bump factor’).
El Plan de Movilidad (y sus secuelas de implantación) promovió una modificación de la red viaria menos densa y menos dedicada al vehículo privado para poder liberar espacios públicos dedicados a la convivencia y disfrute de la ciudad. Las herramientas principales que lo propiciaron fueron importantes inversiones en transporte público y una decidida política de aparcamiento como herramienta de disuasión y gestión del vehículo privado.
Integración de la bicicleta.
La promoción de la electrificación progresiva del parque móvil.
Reducción de uso del vehículo privado.
Avanzar y promover una movilidad menos contaminante y por tanto más saludable y respetuosa con el planeta.